PALABRAS MADRUGADORAS DE UN CRIOLLO LISERGICO
Cien Libelulas mastican con dientes de leche los primeros rayos del sol. En sus alas se inscriben las historias de cada uno de los seres animados e inanimados del planeta y, como dicen los Alerces viejos, nada de lo escrito en los muros del tiempo le pertenece al Tiempo y a sus agujas de tejer destinos.
Se van retirando por la tranquera del día las ultimas gotas de rocío con fragancias de ayeres tristes que se recuestan en las espaldas de pasados mañanas felices.
Y en las copas de los arboles de verde algodón, las aves que madrugan sin reloj cucú, entonan melodías de Mozart anunciando sin afiches ni carteles que la expansión del Universo y las caricias de Amor tienen un día más por delante.
Calaverita Mateos
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