23 jun 2012

MOROCHA PRINCESS AND CHE, BOLÒ

MOROCHA PRINCESS AND CHE, BOLÒ

Otra vez, la Virgen Desataboludos me enguachò del pescuezo de mis flojedades polleriles, y en esta ocasión la muy perversa colocó en mi camino una morocha que hace arrodillar hasta los tiburones hambrientos de tus deseos.
Ella, actriz, modelo de alta costura y bajo perfil......de incógnita, en secreto para pasar desapercibida de las lentes inquietas que, hasta en Esquel, afilan los colmillos del cholulismo. 
Morocha de ojos macoña, desplegaba junto a su equipo artístico internacional, una producción de fotos para una revista inundada de carne de exportación y con problemas de sequía en indumentaria. Yo, con mi equipo artístico filosófico local, conformado por la alta alcurnia de Gambeteadores de Bibliotecas como El Chuleta Tracaman, El Chorizo Lopez y el Galenzo Bandurria Evans, tomábamos mates a la sombra del sol y en la luz de las mudas conversaciones filosóficas que chapoteaban en la orilla del Rio Chubut, cerca del Principado de Piedra Parada.
Por querer cancherear ante mis colegas, de lejos levanté el mate como si se tratara de una copa del mejor Champù, arengando una invitación morocheril con la seguridad de la negativa de las Princesas sin castillo ni reino. Pero a loco, loca y media, y las dos tetas donde se posaban esos labios vip y las piernas de porcelana morena no arrugaron el invite. Ahí nomas, antes que pueda robarle un poema a Serrat u Octavio Paz, aceptó el mate, saludó amablemente a mis filósofos patagonicos y entre risas que surfeaban la charla de un inglès bolò, a los pocos minutos ambos caminábamos por la orilla del Río mientras yo oficiaba de guía turístico que, montado en el galope de nervios, confundía un guanaco con una mara sin despeinarme.
No se si el viento patagonico o la yerba Piporè venia con gualicho incluido, pero quiso la vida soplarle la nuca a la soledad y regalarnos un fin de semana de meseta patagonica, gauchos y ritos, cielos que no empiezan ni terminan y un festival de besos y pecados que no perdonaron cabañas rusticas ni faldas bajas outdoors.
Su trabajo concluyó en la Patagonia para continuar la segunda etapa en el desierto de Sahara. Yo, regresé a mi rutina esquelética con sabor a paladar negro y dedos con sed de esos muslos de morena inquietud.
Pasaron dos semanas y ayer abrí mi correo electrónico. Había uno que rezaba el nombre de Ella (nombre cuya revelación tengo estrictamente vedada), y en un español escrito por un Minguito Tinguitela de los suburbios londinenses decía textualmente:

" ola calaberita! termino la trabajo en semana de junio. tu morocha sin tu es triste en London. quiere mi vida y mi corazon esos desiertos tu risa que me río y quedarme por eterno en tus brazos patagonikos. tu queres?"

De mas está decir que esto que usted está leyendo, estimado lector, está escrito desde la cama del hospital, luego de doce soplos al corazón y una patada a la en la entrepierna de la presión que me tiene entre la espada y la pared, con el correo electrónico abierto, la función responder activa y mis dedos que tiemblan para contestar, quiero vale cuatro"

Calaverita Mateos

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