6 abr 2012

LA RESACA DE TUS BESOS

LA RESACA DE TUS BESOS

Anoche, tras tres tropiezos tremendos con un Jack Daniels certero, su cabello medusiano me enlazó desde la esquina muda del bar. Sus caderas hablaban más que su boca, pero los labios no eran menos anzuelos que esos ojos encendidos en la bengala de un tigre.
Nos quejamos de la música, alabamos el whisky, mencionamos las aventuras Aureliano Buendia, la ultima película de Woody Allen y a la media hora empañabamos los vidrios del auto en la calle del bar.
Luego, en el cuarto de su casa de madre aún no madre, con un tornado invisible desparramamos la ropa por todo el lugar y domamos la sabana montados en juego de fieras en celo.
Somier fatigado, piel, sudor, carne y miel.
Sol despertando, resaca de copiloto sentada a mi lado mientras manejo hacia mi rancho. Imagino sus muslos campeones del mundo en la ducha, su camino al trabajo y el enredo de números, facturas y contratos en la oficina de su trabajo.
Anoche, tres tropiezos tremendos con un Jack Daniels certero, un oasis al costado de la vida y mi Don Juan cascoteado por amores tuertos se pregunta si sus ojos volverán a lanzar el anzuelo con labios de carnada desde la esquina de un bar, esperando yo ser el primer pez que llegue a morder.

Calaverita Mateos

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