(Un día en la vida del inventor del cubo de Rubik)
Me levanto solo y enfrento el mundo con una cara determinada.
Me levanto al lado de una dama, acomodo mi rostro para quedar como un caballero.
Al salir a la calle, sonrío al vecino mediante elegante falsedad con una cara de "qué buen dia".
En la calle giro varias veces mi rostro cuando soy sorprendido por la belleza de una mujer.
Cuando llego al trabajo, levanto mi cara para encarar el dia laboral.
A veces, al reflexionar sobre mi vida, agacho la cabeza frente a las cagadas que me mandé en la vida.
En momentos que tengo una noticia feliz, miro para los costados en pos de encontrar a alguien para compartir la dicha.
Cuando regreso en la tarde a mi hogar, suelo sentir que alguien me mira la nuca, asi que doy vuelta mis ojos hacia atras para comprobar o no dicha sensación.
Una vez relajado, dentro de mi casa, me siento con una copa de vino y comienzo a acomodar mi cabeza de un lado a otro, de arriba hacia abajo, de un costado para aqui y viceversa.
Una vez acomodada cada pieza en su lugar, me veo alguna de Stanley Kubrick y a dormir sabiendo que estoy preparado para arrancar nuevamente otro día con las mil caras que uno necesita para transitar esta vida.
Calaverita
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