Tropiezan mis berrinches con las mañas de los veintidiez y pico
En cada esquina de esta ciudad, busco el abrigo del farol de los compadritos que salen a pescar con anzuelos de telgopor y regresan rengos de polleras de los zafarís de novelas de tres de la tarde.
El Corazón, con las alas cansadas y un motor que pierde aceite, pide pista para aterrizar entre tus tetas, pero me bajan las persianas tus pestañas de capsrichos pret a porter.
El eco de tu voz con fiaca aun se dan la mano con tus carcajadas sin tabúes, y a pesar de no verte en el bosque de mis sueños, trepo al árbol de los casi vencidos, pero con la guardia alta, y desde las alturas de este ego terco que no pide la toalla al rincón del ring aun tiro trompadas en el round de los que besancuentos cursis de amor.
El tiempo celoso y guardián que quiere ponerle zancadillas a estas ganas de traer el futuro hasta aquí, y escribir en el wikipedia de la pasión, las tres mil doscientas maneras de coger que nuestros cueros esculpen en sociedad con nuestros deseos.
Calaverita Mateos
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