29 ene 2012

DE DIVANES Y VENTILADORES (dedicado al dolape Foucault)

DE DIVANES Y VENTILADORES
(dedicado al dolape Foucault)

En la vereda sin baldosas de mi conciencia, las vecinas moralistas con ruleros, baldes y escoba en mano, entre chisme y lenguas afiladas, baldean las hojas secas de la memoria, las tucas de amores mal apagados hasta dejarlas en el abismo de la ochava de mi vida.
Por las dudas, me cuelgo de la medianera del inconsciente y al trepar salpico escombros de recuerdos mal arreados.
Una vez en la azotea, intento posesión del timón y empiezo a surfear la cresta de la ola, con una pata con talco del lado de la lógica y otra pata con uñas largas rasguña la tierrita de la locura.
Eso le dije a mi Psicoanalista, mientras daba vueltas aferrado al ventilador de su consultorio. El, con los lentes "resfalando" la punta de la napia, me dijo: "El problema radica en el enchufe del ventilador, tiene usted que comprarse uno para su casa", y lo desenchufó.
No regresé nunca más al profesional de la capocheta; aunque algunos amigos que se creen napoleones de sus barrios, me dijeron que lo vieron vendiendo enchufes y ventiladores en una modesta casa de electrodomesticos.

Calaverita Mateos

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