"No quiero decirle a la gente lo que tiene que sentir"
A los 41, Harvey es venerada por lo que no deja ver. Fuera de su corta e inevitablemente pública relación con Nick Cave, su vida privada es una incógnita. La última vez que estuve con ella, en un pub de Abbotsbury en su Dorset natal (2007), me sorprendió que respondía a las preguntas igual como servía el té: elegante, precisa, sin derramar una sola gota.
Su flamante Let England Shake (Deja que Inglaterra se sacuda) tiene una calidad evocativa: “El destartalado gris, húmedo de los años y los maltratados libros/ Niebla que baja arrastrándose tras las montañas/ Y en los cementerios y capitanes de mar muertos”, se la oye cantar. Es acerca de la identidad británica y el conflicto inspirado en primer lugar por Irak y Afganistán y que deambula por siglos y continentes, siguiendo los cordones de sangre que atan a todas las guerras. Pensó que era un disco bizarro y oscuro cuando lo terminó, y la recepción ultra-positiva la sorprendió. Lo que PJ Harvey piense acerca de cualquier controversia política, se lo guarda para sí misma. Pero la riqueza y la ambigüedad de Let England Shake permite que los que lo escuchan saquen sus propias conclusiones. El hilo conductor es la guerra, y el daño que le hace a los países y a los seres humanos, pero no da lugar a ninguna simple obviedad como sería un mensaje. El álbum es un collage de muchas voces diferentes (sampleadas, citadas o aludidas), así es que la visión propia de Harvey se pierde en la neblina, y lo hace deliberadamente.
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