Breve ensayo sobre la locologia.
La religión cristiana y sus ramas han establecido efectivamente que estamos signados por las directivas de dos tíos que se reparten las acciones humanas. Uno, el Barba, allá arriba como adalid de las buenas acciones. Otro, aquí abajo, rojo caliente con cuernos, estableciendo las malas costumbres.
Bien, entre los gritos de estos dos, uno de cada lado, andabamos alpargateando la vida sin mas.
Pero un dia me tropecé con un señor de lentes, pipa apagada, muy serio que en lugar de la Biblia, cargaba con dos libros. Uno de un tal Segismundo Froilan y otro de Jaqueca Lacan, que al parecer estaban desplazando a los codasos al Barba y al Rojo con Cuernos de sus sillones de Directores de nuestras vidas.
Según me contó un kioskero muy bajito, mientras relojeaba para todos lados y me vendía unos caramelos media hora, que en realidad estos dos personajes, Jaqueca Lacan y Segismundo Froilan, venian a aggiornar la idea de que hay otras fuerzas externas o desconocidas para nosotros, los salamines picado grueso, que nos estimulan en nuestras conductas para hacer cosas buenas o cosas malas.
Dicen estos nuevos sacerdotes de las conductas humanas que decimos cosas que no queremos decir y que cuando tenemos un furcio o una equivocación en nuestro lenguaje, en realidad hay un Subcomandante llamado Consciente (Subconsciente) y un Comandante con mas participación en nuestra vida cotidiana llamado Consciente. Al parecer, como me contó el carnicero de mi barrio, en realidad se tratarían de los mismos personajes nacidos en la mitología cristiana, pero un poquito más adaptados a estos tiempos, para poder adoctrinarnos en la idea que no somos responsables de nuestros actos, sino que hay energías incomprensibles para nosotros los comunachos, que determinan nuestras conductas.
Ahora que terminé de escribir estas peloterias y tontudeces, no se si lo escribi yo, dios, el diablo, el consciente o el subconsciente.
Por las dudas, y para que no me juzguen digno de un confesionario o un divan, los dejo con Oruam Soetam, mi otro YO.
Calaverita
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