LOS MRUNDRIS
(leyenda patagonica)
Según la tradición oral, los arroyos patagonicos de alta montaña están habitados por unos seres escurridizos, pero no por ellos menos importantes. Los Mrundris.
Los bisabuelos y puesteros viejos que realizan la veranada, suelen llevar a los nietos a los hilos de agua que descienden de las altas montañas para que conozcan a los guardianes del ciclo del agua y de la vida.
Los ancianos invitan a los pequeños a esconderse cerca de un arroyito espumoso y blanco (supuestamente por el caudal y la velocidad en bajada del agua), detrás de alguna lenga o de una retama. Les aconsejan no hacer ruido y concentrarse, respirando despacito, en la parte blanca en la superficie del lecho.
El hijo de un amigo mio, me contó que Don Lautaro, puestero de un campo cerca de la Villarino, lo llevó a incursionar en esa travesía y me dijo con una sonrisa suave dibujada en su rostro, que conoció a los Mrundris.
Son seres pequeñitos, me dijo, que se visten con unas túnicas blancas y cuando arrancan su misión desde la punta de una montaña, lo hacen jugando, alborotados, empujandose unos a otros hasta que lleguan a las cercanias de los poblados y se cubren completamente de esas túnicas blancas para pasar por espuma y a dispersarse por los campos y los jardines vertiendo las gotas de agua que beberan plantas y animales.
En las planicies, una vez concluida su labor, los Mrundris esperan el calor del sol para utilizar sus túnicas blancas y elevarse hacia los cielos, unirse en grupo formando lo que conocemos como nubes y esperar la descarga en forma de lluvia o nieve sobre las montañas, otra vez, para comenzar el ciclo hermoso, vital del cual estos pequeños seres son los guardianes.
Calaverita
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